¿Te ha pasado que al subir escaleras, caminar largas distancias o simplemente al levantarte, sientes una molestia en la rodilla que no estaba antes? El dolor de rodilla es una de las causas más frecuentes de consulta médica y puede aparecer de forma repentina o progresiva. En muchos casos, se normaliza o se ignora… hasta que limita tu movilidad o afecta tu calidad de vida.
No todos los dolores de rodilla tienen la misma causa ni requieren el mismo tratamiento. Desde lesiones deportivas hasta condiciones degenerativas como la artrosis, identificar el origen del dolor es clave para actuar a tiempo y evitar complicaciones.
¿Qué puede causar el dolor de rodilla?
El dolor de rodilla no es una enfermedad en sí, sino un síntoma que puede tener múltiples causas. Algunas son pasajeras y responden bien al reposo o a la fisioterapia; otras pueden requerir estudios diagnósticos, tratamientos especializados o incluso intervención quirúrgica. Aquí te explicamos las causas más frecuentes:
Lesiones de ligamentos
Uno de los tipos más comunes de dolor de rodilla, especialmente en personas jóvenes y activas.
- Lesión del ligamento cruzado anterior (LCA): Conecta el fémur con la tibia y aporta estabilidad a la rodilla. Su desgarro suele ocurrir en deportes que implican frenadas o giros bruscos (como fútbol o baloncesto). Se manifiesta con un chasquido al momento de la lesión, inflamación rápida y sensación de inestabilidad.
- Lesión del ligamento colateral medial (LCM): Este ligamento estabiliza la parte interna de la rodilla. Suele lesionarse por impactos laterales (por ejemplo, en rugby) y causa dolor localizado, sensibilidad al tacto e inflamación.
Lesiones de meniscos
Los meniscos son estructuras de cartílago que amortiguan el contacto entre el fémur y la tibia.
- Desgarro de menisco: Puede ocurrir por un movimiento rotacional brusco con el pie apoyado, o por desgaste progresivo en adultos mayores. Genera dolor al girar o ponerse en cuclillas, rigidez, hinchazón, y a veces sensación de que la rodilla “se traba”.
Lesiones de tendones y bursas
- Tendinitis rotuliana (rodilla del saltador): Inflamación del tendón que conecta la rótula con la tibia. Común en deportistas que saltan o corren. Provoca dolor punzante debajo de la rótula, que se intensifica con la actividad.
- Bursitis prepatelar: Inflamación de una bolsa con líquido (bursa) ubicada delante de la rótula. Es frecuente en quienes pasan mucho tiempo de rodillas, como técnicos o trabajadores manuales. Genera dolor, enrojecimiento y una sensación de calor local.
Lesiones óseas
- Fractura de rótula o tibia proximal: Puede deberse a caídas, golpes o traumatismos severos. En personas con huesos debilitados por osteoporosis, puede producirse incluso con un mal paso.
- Osteocondritis disecante: Afección en la que un fragmento de cartílago y hueso se desprende por falta de irrigación. Afecta más a adolescentes y adultos jóvenes. Causa dolor y bloqueo mecánico.
Condiciones degenerativas e inflamatorias
- Osteoartritis: Desgaste progresivo del cartílago que recubre la articulación. Dolor al caminar, rigidez matutina y crujidos al mover la rodilla son frecuentes.
- Artritis reumatoide: Enfermedad autoinmune que afecta la membrana sinovial, generando inflamación crónica, rigidez y dolor en ambas rodillas.
- Gota: Esta forma de artritis se debe a la acumulación de cristales de ácido úrico y, aunque es más común en el dedo gordo del pie, también puede afectar la rodilla.
- Seudogota: Similar a la gota, pero causada por cristales de calcio. Suele afectar rodillas en adultos mayores, causando inflamación y rigidez.
- Artritis séptica: Infección dentro de la articulación. Causa fiebre, enrojecimiento, dolor intenso y debe tratarse de urgencia para evitar daños irreversibles.
Problemas mecánicos
- Cuerpos sueltos intraarticulares: Fragmentos de cartílago o hueso flotantes que limitan el movimiento normal de la articulación y causan bloqueos.
- Síndrome de la banda iliotibial: Fricción de una banda de tejido que recorre la parte externa del muslo. Causa dolor en el lado externo de la rodilla, especialmente al correr.
- Dislocación de rótula: Ocurre cuando la rótula se sale de su lugar, generalmente hacia el exterior. Es visible y dolorosa, y requiere atención médica inmediata.
Dolor referido y trastornos de alineación
- Dolor referido: Problemas en la cadera o la columna pueden generar dolor en la rodilla aunque esta no esté lesionada.
- Síndrome patelofemoral: Dolor entre la rótula y el fémur, frecuente en adolescentes, deportistas o personas con desgaste articular. Suele empeorar al subir escaleras o estar sentado mucho tiempo.
El primer paso para tratar el dolor de rodilla es entender qué lo está provocando. Un diagnóstico preciso permite definir si el manejo debe ser conservador, con fisioterapia y medicamentos, o si se requieren estudios de imágenes o incluso una evaluación quirúrgica.
Accede a todas nuestras especialidades médicas con una atención humanizada
¿Cuándo debo preocuparme? Signos de alerta para consultar
No todos los dolores de rodilla son motivo de alarma inmediata, pero hay señales que indican que tu cuerpo necesita atención médica especializada. Ignorarlas puede empeorar el problema o retrasar un tratamiento que, iniciado a tiempo, podría evitar complicaciones mayores.
Consulta con un especialista si presentas alguno de estos síntomas:
- Dolor intenso o persistente: especialmente si interfiere con tus actividades diarias o no mejora con reposo o analgésicos comunes.
- Hinchazón importante: si la rodilla se inflama rápidamente tras una actividad o lesión, o si la inflamación no desaparece en pocos días.
- Sensación de inestabilidad o que “la rodilla falla”: puede indicar lesión de ligamentos u otras estructuras que requieren evaluación.
- Ruidos articulares dolorosos (chasquidos, crujidos): sobre todo si se acompañan de dolor, bloqueo o pérdida de movimiento.
- Incapacidad para doblar o extender completamente la rodilla: esto podría sugerir cuerpos sueltos, derrame articular o lesiones graves.
- Enrojecimiento, calor local o fiebre: estos pueden ser signos de una infección articular y requieren atención urgente.
- Dolor nocturno o en reposo: si el dolor no cede incluso al descansar, es hora de consultar.
En todos estos casos, lo mejor es acudir a una consulta médica para una valoración integral.
¿Cómo se diagnostica el dolor de rodilla?
Saber con precisión qué está causando el dolor de rodilla es clave para definir el tratamiento más adecuado. En la consulta médica, el especialista seguirá un proceso sistemático para encontrar la raíz del problema, empezando por lo más sencillo hasta llegar, si es necesario, a estudios más complejos.
Historia clínica y examen físico
Todo comienza con una buena conversación médica: desde cuándo duele, cómo empezó, qué lo mejora o lo empeora. Esta información es clave.
Luego, el especialista examina la rodilla para detectar:
- Hinchazón, deformidad o moretones.
- Dolor al tacto.
- Qué tanto puedes mover la pierna sin molestias.
Pruebas de imágenes: ver lo que no se ve
Cuando hay sospechas de lesiones internas, las imágenes diagnósticas se convierten en grandes aliadas. Permiten observar con claridad los huesos, tejidos blandos y estructuras articulares.
- Radiografía: se usa para descartar fracturas, cambios por artrosis o problemas de alineación. Es el primer paso en la mayoría de los casos.
- Ecografía: ideal para detectar bursitis, tendinitis o líquidos en la articulación. Tiene la ventaja de poder hacerse con la rodilla en movimiento.
- Resonancia magnética: la herramienta más precisa para estudiar ligamentos, meniscos, cartílago y estructuras profundas. Es clave en lesiones deportivas o degenerativas.
- Tomografía computarizada: se reserva para casos específicos, como fracturas difíciles de ver en la radiografía o para planear una cirugía.
En la Clínica del Occidente, estos estudios se realizan en el servicio de Imágenes Diagnósticas, con tecnología avanzada y personal especializado que acompaña cada paso del proceso.
Estudios complementarios
En ciertos casos, especialmente cuando hay inflamación persistente o sospecha de infección, se pueden realizar:
- Análisis de sangre: para detectar marcadores de enfermedades autoinmunes como la artritis reumatoide o infecciones.
Una vez identificado el origen del dolor, el siguiente paso es decidir el tratamiento más adecuado: desde fisioterapia hasta una posible cirugía.
¿Cómo se trata el dolor de rodilla?
El tratamiento para el dolor de rodilla depende directamente de su causa. No existe una única solución, y lo más importante es recibir un diagnóstico certero para elegir la opción más adecuada. Estas son las principales alternativas, desde las más conservadoras hasta las más especializadas:
Medidas conservadoras: la primera línea de acción
En muchos casos, el dolor mejora con reposo, cambios en la actividad física y algunos cuidados básicos:
- Reposo relativo: evitar actividades que agraven el dolor, sin dejar de mover la articulación por completo.
- Hielo local: reduce la inflamación y alivia el dolor.
- Elevación y compresión: ayudan a disminuir la hinchazón.
- Medicamentos antiinflamatorios: como ibuprofeno o naproxeno, siempre bajo indicación médica.
- Ortesis o rodilleras: aportan estabilidad en lesiones leves o durante la recuperación.
Terapia física: movimiento guiado para sanar
La fisioterapia juega un papel crucial en la recuperación. Con ejercicios diseñados para fortalecer músculos, mejorar la movilidad y corregir desequilibrios, ayuda a:
- Aliviar el dolor crónico.
- Prevenir nuevas lesiones.
- Recuperar la funcionalidad tras una lesión o cirugía.
Puedes conocer más sobre cómo funciona este proceso en nuestro blog sobre fisiatría y rehabilitación.
Infiltraciones y tratamientos complementarios
Cuando el dolor persiste a pesar de los tratamientos iniciales, pueden considerarse otras opciones:
- Infiltraciones con corticosteroides: útiles en casos de inflamación severa (por ejemplo, en artritis).
- Ácido hialurónico: ayuda a mejorar la lubricación articular en artrosis.
- Plasma rico en plaquetas (PRP): estimula la regeneración de tejidos. En evaluación para ciertos tipos de lesiones.
¿Y si necesito cirugía?
La cirugía se contempla cuando el tratamiento conservador no alivia los síntomas o si hay lesiones estructurales importantes (como desgarros de menisco o rupturas de ligamentos). En la Clínica del Occidente contamos con un equipo especializado en cirugía de rodilla, que valora cada caso de forma integral y propone la mejor alternativa según tu estilo de vida y objetivos.
Escucha a tus rodillas: un síntoma nunca habla solo
El dolor de rodilla puede parecer algo menor, pero muchas veces es la forma en que tu cuerpo te dice que algo no está bien. Ya sea una molestia leve o una incomodidad persistente, merece atención médica para evitar que evolucione a un problema mayor.
Identificar la causa a tiempo puede hacer toda la diferencia: entre retomar tus actividades con normalidad o enfrentar un tratamiento largo y complejo.
En la Clínica del Occidente, un equipo interdisciplinario (reumatología, ortopedia, fisioterapia, radiología) te acompaña para identificar la causa de tu dolor, definir el mejor tratamiento y recuperar tu calidad de vida.
Comparte en..
Garantiza una consulta médica efectiva con uno de nuestros especialistas