¿Dolor abdominal después de comer? ¿Náuseas, ictericia o una molestia persistente en la parte superior derecha del abdomen? Podría tratarse de cálculos biliares. Esta condición, conocida médicamente como colelitiasis, es más común de lo que parece: afecta al 10 % de la población y se presenta el doble de veces en mujeres que en hombres.

Aunque en muchos casos los cálculos no generan síntomas, cuando se bloquean los conductos biliares pueden desencadenar complicaciones graves. La buena noticia es que no todos los pacientes requieren cirugía abierta. Hoy en día, existen tratamientos mínimamente invasivos que permiten una recuperación más rápida y con menos riesgos.

Con la orientación del Dr. Juan Antonio Gaitán Álvarez, cirujano general y especialista en procedimientos laparoscópicos de vía biliar en la Clínica del Occidente, este artículo reúne la información esencial para entender qué son los cálculos biliares, cómo se manifiestan, quiénes tienen mayor riesgo y qué opciones terapéuticas están disponibles según cada caso.

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¿Qué son los cálculos biliares?

Los cálculos biliares, también conocidos como colelitiasis, son formaciones sólidas que se desarrollan en el interior de la vesícula biliar, un órgano situado bajo el hígado encargado de almacenar bilis. Este líquido ayuda a digerir las grasas que consumimos diariamente.

Cuando la composición de la bilis se altera, por exceso de colesterol, bilirrubina o vaciamiento ineficiente de la vesícula, pueden formarse piedras que varían en tamaño y número. Aunque muchas veces no generan síntomas, su presencia puede desencadenar episodios agudos de dolor o infecciones, especialmente si uno de estos cálculos obstruye un conducto biliar.

La colelitiasis debe considerarse una condición médica seria, ya que puede evolucionar hacia cuadros de inflamación (colecistitis), infección, ictericia o pancreatitis, que requieren atención médica urgente. Por eso, el diagnóstico y tratamiento oportuno son fundamentales para evitar complicaciones mayores.

¿Por qué se forman los cálculos biliares?

La formación de cálculos biliares es un proceso multifactorial, en el que intervienen alteraciones en la composición de la bilis, problemas en el vaciamiento de la vesícula biliar y factores hormonales, metabólicos y dietarios.

En condiciones normales, la bilis fluye hacia el intestino delgado para ayudar en la digestión de las grasas. Sin embargo, cuando este equilibrio se rompe, por ejemplo, por exceso de colesterol o por una vesícula que no se vacía adecuadamente, pueden formarse cristales que evolucionan a cálculos capaces de obstruir los conductos biliares.

Factores de riesgo más relevantes:

    Edad: A medida que envejecemos, aumenta la secreción de colesterol hacia la bilis, mientras disminuye la producción de ácidos biliares. Este desequilibrio vuelve la bilis más litogénica (formadora de cálculos).

    Sexo: Las mujeres tienen el doble de riesgo que los hombres, especialmente entre los 20 y 55 años (prevalencia de 5–20 %) y más de 25 % después de los 50. Las variaciones hormonales a lo largo de la vida juegan un papel clave.

    Embarazo: Es uno de los factores de riesgo más significativos. Los estrógenos inducen una bilis saturada en colesterol, y la progesterona reduce la motilidad vesicular. En mujeres con múltiples embarazos, la prevalencia puede alcanzar el 12,2 % frente al 1,3 % en nulíparas.

    Obesidad: El tejido adiposo en exceso estimula una mayor producción de colesterol, que es secretado en la bilis. Esta sobrecarga colestérica la vuelve más litogénica, es decir, propensa a formar cristales y eventualmente cálculos. Este riesgo es aún mayor en mujeres y en personas con obesidad mórbida.

    Pérdida de peso rápida (como en dietas muy bajas en calorías o ayuno prolongado): Aunque parezca contradictorio, perder peso bruscamente también aumenta el riesgo de colelitiasis. Durante estas fases, se eleva la concentración de mucina y calcio en la bilis, lo que facilita la formación de barro biliar y cálculos. Estas litiasis son más frecuentes en mujeres caucásicas y tienden a causar síntomas. De hecho, se ha reportado que hasta un 28 % de estos pacientes podrían requerir una colecistectomía urgente.

    Diabetes mellitus: Diversos estudios han encontrado una asociación entre la diabetes mellitus y una mayor prevalencia de litiasis biliar. Aunque el mecanismo exacto aún no se comprende del todo, se proponen dos vías principales:

    • Hipertrigliceridemia: Los niveles elevados de triglicéridos en sangre pueden alterar la composición de la bilis, haciéndola más litogénica.
    • Neuropatía autonómica: Al afectar la inervación del sistema gastrointestinal, puede reducir la motilidad de la vesícula biliar, provocando estasis (estancamiento) y favoreciendo la formación de cálculos.

    Nutrición parenteral total (NPT): Este tipo de alimentación, administrada por vía intravenosa, suele emplearse en pacientes con enfermedades graves o que no pueden alimentarse por vía oral. Está asociada tanto a colelitiasis como a colecistitis sin cálculos.

    La razón principal es la hipomotilidad vesicular producida por el ayuno prolongado, lo que genera estasis biliar y formación de barro biliar desde las primeras semanas. También se ha identificado un defecto en la relajación del esfínter de Oddi, lo que complica aún más el flujo adecuado de bilis.

    Lípidos séricos y perfil lipídico: El papel de los lípidos séricos en la formación de cálculos biliares no está completamente definido. Se ha observado:

    • Asociación positiva con apolipoproteína E4 y niveles elevados de triglicéridos.
    • Asociación negativa con colesterol HDL (el llamado “colesterol bueno”).

    A pesar de estos hallazgos, no existe evidencia concluyente de una relación directa entre el colesterol total en sangre y la formación de cálculos.

    Cirrosis hepática: Es un factor de riesgo importante. En pacientes con cirrosis avanzada (estadios Child B y C), se incrementa significativamente la posibilidad de desarrollar litiasis biliar, independientemente de la causa subyacente.

    Este riesgo se explica por múltiples factores fisiopatológicos:

    • Disminución en la síntesis y transporte de sales biliares.
    • Acumulación de bilirrubina no conjugada.
    • Aumento de estrógenos endógenos.
    • Alteraciones en la contracción de la vesícula durante la digestión.

    Antecedentes familiares y genética: Aunque la predisposición genética no está completamente elucidada, sí se reconoce que la herencia juega un papel en la litiasis biliar. La influencia genética parece ser multifactorial y depende de la interacción con factores físicos y ambientales. Algunos genes se han identificado en modelos animales, pero su impacto en humanos aún está en estudio.

    Uso de ciertos medicamentos:

    Estrógenos (en tratamientos hormonales o anticonceptivos): En mujeres, los estrógenos incrementan la secreción de colesterol en la bilis y disminuyen la producción de ácidos biliares, lo que desequilibra su composición y la hace más litogénica (formadora de piedras). En hombres, aunque los efectos son más limitados, también se ha observado un aumento en la secreción de colesterol hacia la bilis.

    Clofibrato (hipolipemiante): Este medicamento disminuye la concentración de ácidos biliares al reducir la actividad de ciertas enzimas clave (como la 7-hidroxilasa y la Acil-CoA colesterol transferasa). Como consecuencia, se libera más colesterol libre hacia la bilis, lo que favorece la cristalización y formación de cálculos.

    Anticonceptivos orales: Incrementan la secreción de colesterol en la bilis y, al igual que los estrógenos, alteran su equilibrio. Además, pueden reducir el vaciamiento eficaz de la vesícula.

    Progestágenos: Disminuyen la actividad de enzimas que normalmente ayudan a procesar el colesterol, a la vez que ralentizan el vaciamiento de la vesícula biliar. Esto favorece la concentración de bilis rica en colesterol durante más tiempo, incrementando el riesgo de precipitación de cristales.

    Ceftriaxona (antibiótico de amplio espectro): En algunos pacientes, esta molécula puede formar complejos insolubles con el calcio presente en la bilis. Estos precipitados actúan como núcleos sobre los que se desarrollan cálculos, especialmente en tratamientos prolongados o en pacientes con factores predisponentes.

    Octreótido (análogo de somatostatina): Utilizado en el tratamiento de tumores neuroendocrinos y otras condiciones digestivas, este medicamento reduce significativamente la motilidad de la vesícula biliar. Al permanecer más tiempo la bilis estancada, se incrementa la posibilidad de que los componentes se cristalicen y formen cálculos.

    Estos factores no siempre actúan de forma aislada. La combinación de varios de ellos puede aumentar considerablemente el riesgo de desarrollar esta enfermedad.

    ¿Qué síntomas producen los cálculos biliares?

    Los cálculos biliares pueden permanecer silenciosos durante años. Sin embargo, cuando una de estas piedras obstruye un conducto biliar, se presenta un cuadro típico conocido como cólico biliar. Este es uno de los primeros síntomas que alertan sobre la presencia de colelitiasis.

    Síntomas frecuentes del cólico biliar:

    • Dolor opresivo en la parte superior derecha del abdomen (hipocondrio derecho) o en la “boca del estómago” (epigastrio), que puede irradiar hacia la espalda o el hombro derecho. 
    • El dolor suele aparecer después de ingerir alimentos grasos y no mejora con cambios de posición ni movimientos intestinales.
    • Náuseas, vómito y sudoración, que acompañan el dolor.
    • Malestar general que puede durar entre 30 minutos y varias horas.

    Tras el episodio, es común que el dolor desaparezca, y el examen físico del paciente resulte normal. No obstante, esto no significa que el problema haya desaparecido.

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        Signos de alarma: cuándo acudir a urgencias

        No todos los dolores abdominales requieren atención inmediata, pero hay síntomas que sí indican una complicación y deben evaluarse con urgencia:

        • Fiebre o escalofríos (posible infección o colecistitis aguda).
        • Dolor abdominal persistente que no mejora en varias horas.
        • Ictericia (coloración amarilla en piel u ojos).
        • Orina oscura y deposiciones claras.
        • Taquicardia o malestar general severo.

        En estos casos, es fundamental acudir al servicio de urgencias, ya que podrían tratarse de complicaciones graves como colecistitis, obstrucción de la vía biliar, o incluso pancreatitis.

        ¿Cómo se diagnostican los cálculos biliares?

        En la mayoría de los casos, los primeros síntomas de colelitiasis son los ataques recurrentes de dolor, conocidos como cólicos biliares. Este dolor se describe como una molestia opresiva e intensa en el hipocondrio derecho, el epigastrio o incluso el pecho, que puede irradiarse hacia la espalda y el omóplato derecho. Suele aparecer tras la ingesta de alimentos grasos y rara vez ocurre en ayunas. Sin embargo, en un número considerable de pacientes, el dolor no siempre está relacionado con las comidas.

        Los cólicos suelen estar acompañados de sudoración, náuseas y vómitos. Este dolor no se intensifica con el movimiento ni mejora al cambiar de posición o al evacuar. Tras el episodio, la exploración física del paciente suele ser normal, aunque puede haber molestias residuales en la parte superior del abdomen.

        Es importante distinguir entre un cólico biliar y una complicación más grave, como la colecistitis aguda, que involucra inflamación de la pared vesicular, fiebre y leucocitosis. Esta diferenciación es crucial para determinar la urgencia del tratamiento.

        Métodos diagnósticos

        Historia clínica y evaluación inicial: El diagnóstico de colelitiasis no complicada debe sospecharse a partir del cuadro clínico, especialmente ante síntomas típicos de cólico biliar. Aunque no existen pruebas de laboratorio o imagen específicas que confirmen un cólico biliar por sí solas, una historia clínica detallada es clave para establecer la sospecha.

        Exploración físical: En pacientes con cólico biliar simple, el estado general suele ser bueno: sin fiebre, sin taquicardia y con dolor moderado. Durante el episodio, el abdomen generalmente no presenta signos de irritación peritoneal, aunque puede haber defensa voluntaria. La exploración permite diferenciar un cólico de una colecistitis aguda. En el cólico, el signo de Murphy (dolor al inspirar con presión en el hipocondrio derecho) suele ser negativo, mientras que en la colecistitis es positivo.

        Análisis de laboratorio: Los resultados suelen ser normales en pacientes con colelitiasis no complicada, incluso durante episodios sintomáticos. No obstante, pueden ser útiles para descartar otras patologías. Se recomienda solicitar:

        • Enzimas hepáticas.
        • Amilasa y lipasa séricas.
        • Hemograma.Análisis de orina.

        Ecografía abdominal: Es el estudio de elección. Es una prueba no invasiva, sin radiación, accesible y con alta especificidad (99 %) y buena sensibilidad (84 %). Su precisión depende en gran medida de la experiencia del operador. Aunque es muy útil para detectar cálculos, puede subestimar su número o tamaño, especialmente en litiasis menores de 2 mm.

        Radiografía de abdomen: Tiene escasa utilidad diagnóstica en colelitiasis. Solo el 10 % de los cálculos tiene suficiente contenido de calcio como para ser visibles en una radiografía convencional.

        Colecistografía oral: Aunque en desuso, esta técnica aún puede emplearse cuando no se logra una adecuada visualización por ecografía. También se usa para confirmar diagnósticos como la adenomiomatosis de la vesícula o para evaluar a pacientes candidatos a tratamiento médico con ácido ursodesoxicólico.

        Tomografía computarizada (TC): La TC tiene baja sensibilidad para detectar cálculos biliares, ya que la mayoría son isodensos y no se visualizan claramente. Su principal valor está en identificar complicaciones o diagnósticos diferenciales.

        Ecoendoscopia (USE): Esta técnica permite observar la vesícula desde el interior del tracto digestivo mediante una sonda endoscópica con ultrasonido. Es más sensible que la ecografía externa, especialmente en pacientes obesos o con anatomías complejas. Es útil para identificar microlitiasis y se emplea en casos de sospecha de complicaciones como pancreatitis o coledocolitiasis.

        El diagnóstico precoz es clave para evitar complicaciones como infecciones, obstrucciones o pancreatitis, y para seleccionar el tratamiento más adecuado según la condición de cada paciente.

        Tratamiento de los cálculos biliares

        El tratamiento de los cálculos biliares depende de varios factores: la intensidad de los síntomas, el tipo de litiasis, la funcionalidad de la vesícula biliar y las condiciones generales del paciente. A continuación, se detallan las principales opciones terapéuticas, desde el manejo sintomático hasta las intervenciones definitivas.

        Manejo del dolor en el cólico biliar

        El cólico biliar es el síntoma más frecuente y representa una urgencia frecuente en los servicios médicos. Su manejo inicial incluye:

        Analgesia con meperidina: Es preferida sobre la morfina en estos casos, ya que altera en menor medida la motilidad del esfínter de Oddi (una estructura clave para el flujo de bilis). Sin embargo, su uso puede generar efectos secundarios como náuseas y vómito.

        Alternativa con ketorolaco: Este antiinflamatorio no esteroideo es una opción eficaz para pacientes que consultan en urgencias por cólico biliar. Generalmente alivia el dolor en 20 a 30 minutos. Tras el episodio, se puede indicar ibuprofeno 400 mg vía oral para tratar futuros episodios de manera ambulatoria, hasta que se defina un tratamiento definitivo.

        Hidratación intravenosa: Indicada especialmente en pacientes con episodios prolongados o acompañados de vómito, para corregir posibles alteraciones hidroelectrolíticas.

        Ambos medicamentos, meperidina y ketorolaco, han demostrado eficacia equivalente en el control del dolor, aunque la meperidina presenta mayor riesgo de efectos adversos digestivos.

        Cirugía: colecistectomía

        La colecistectomía (extracción de la vesícula biliar) es el tratamiento definitivo más habitual y se realiza bajo anestesia general. Puede llevarse a cabo mediante dos técnicas:

        • Laparoscopia (mínimamente invasiva): Es la vía preferida por su menor tiempo de recuperación y mejor resultado estético. No obstante, presenta un mayor riesgo de lesión de la vía biliar en comparación con la cirugía abierta. En aproximadamente el 10 % de los casos, la cirugía laparoscópica debe convertirse a una cirugía abierta debido a dificultades técnicas o hallazgos intraoperatorios.
        • Cirugía abierta: Indicada en casos complejos, como infecciones severas, anatomía distorsionada o cuando la experiencia del cirujano lo recomienda. Aunque más invasiva, sigue siendo segura y eficaz.

        La elección del abordaje depende en gran medida de la experiencia del equipo quirúrgico y de las características anatómicas y clínicas del paciente.

        Tratamiento médico: Disolución de cálculos con ácido ursodesoxicólico

        En casos seleccionados, se puede optar por una terapia no quirúrgica mediante el uso de ácidos biliares para disolver los cálculos de colesterol. Este tratamiento es más lento y no aplica para todos los pacientes.

        Fármaco utilizado:

        • Ácido ursodesoxicólico (UDCA): actualmente es el único ácido biliar hidrofílico aprobado para este fin. Sustituyó al ácido quenodesoxicólico, debido a que este último se asociaba con efectos adversos significativos.

        Mecanismo de acción:

        • Reduce la secreción de colesterol hacia la bilis.
        • Aumenta la proporción de ácidos biliares hidrofílicos, disminuyendo la saturación de colesterol.
        • Mejora la motilidad de la vesícula biliar y reduce la absorción intestinal de colesterol.

        Criterios para considerar el tratamiento médico:

        • Cálculos pequeños (menores a 1 cm).
        • Síntomas leves o intermitentes.
        • Vesícula biliar funcional (con buen llenado y vaciamiento).
        • Cálculos no calcificados (baja densidad en estudios de tomografía).

        Evidencia clínica:

        En estudios preliminares, entre el 40 % y el 60 % de los pacientes adecuadamente seleccionados lograron eliminar los cálculos tras 12 a 24 meses de tratamiento con una dosis de 15 mg/kg/día de UDCA.

        Radiología intervencionista

        Para pacientes que no pueden someterse a cirugía, la Clínica del Occidente ofrece procedimientos de radiología intervencionista realizados por especialistas con tecnología de última generación:

        Principales procedimientos:

        • Colangiografía transhepática percutánea: permite visualizar la vía biliar y detectar obstrucciones con alta precisión.
        • Drenaje biliar percutáneo: inserción de un catéter para aliviar la presión en el sistema biliar cuando hay bloqueo por cálculos.
        • Extracción percutánea de cálculos: procedimiento guiado por imagen para remover cálculos directamente, sin necesidad de cirugía abierta.
        • Colocación de stents biliares: útil para mantener la vía biliar permeable en casos de estrechamiento.

        Estas técnicas representan una opción segura, efectiva y con tiempos de recuperación más cortos, especialmente para pacientes con alto riesgo quirúrgico.

        Clínica del Occidente: tecnología de vanguardia para cuidar tu salud digestiva

        En la Clínica del Occidente, unimos experiencia médica, tecnología de última generación y un enfoque humano para ofrecer soluciones efectivas frente a enfermedades del sistema biliar y digestivo. Nuestro equipo multidisciplinario está capacitado para intervenir con precisión, incluso en casos complejos, gracias a técnicas mínimamente invasivas guiadas por imagen.

        Atención oportuna, diagnóstico preciso, tratamiento eficaz

        • Emergencias: Si presentas dolor abdominal intenso, fiebre o ictericia, acude de inmediato a nuestro servicio de urgencias. Podría tratarse de una complicación biliar que requiere intervención médica sin demora.
        • Manejo integral: Ofrecemos un abordaje completo, que va desde la evaluación clínica y los estudios diagnósticos especializados hasta procedimientos quirúrgicos o intervencionistas adaptados a cada caso.

        No dejes que una condición tratable evolucione hacia una emergencia. Confía tu salud digestiva a un equipo preparado para actuar con precisión y compromiso.

        Atención integral en la Clínica del Occidente para enfermedades del sistema biliar

        En la Clínica del Occidente, contamos con un equipo multidisciplinario que aborda los cálculos biliares desde el diagnóstico temprano hasta el tratamiento más adecuado para cada paciente. Ya sea mediante cirugía laparoscópica, radiología intervencionista o manejo médico, diseñamos un plan individualizado que prioriza la seguridad y el bienestar.

        Además, atendemos todas las urgencias relacionadas con cálculos biliares, como dolor abdominal intenso, ictericia, fiebre o vómito persistente. Estos síntomas pueden indicar complicaciones como colecistitis aguda o colangitis, que requieren intervención médica inmediata.

        ¿Tienes síntomas? No esperes. Una consulta a tiempo puede evitar complicaciones mayores. Agenda tu valoración con nuestros especialistas en cirugía general, gastroenterología o radiología intervencionista. Estamos preparados para ofrecerte una atención humana, oportuna y de alto nivel.

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