La artritis reumatoide es una de las enfermedades autoinmunes más comunes, afectando a millones de personas en el mundo y predominando de forma notable en las mujeres. En Colombia, según datos de la Cuenta de Alto Costo, se reportaron más de 119.000 casos entre 2022 y 2023. Aunque su pico de aparición suele ser entre los 40 y 60 años, puede manifestarse a cualquier edad, impactando la calidad de vida y la capacidad laboral si no se maneja de forma temprana y especializada.

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¿Qué es la artritis reumatoide?

La artritis reumatoide es una enfermedad crónica en la que el sistema inmune, que usualmente protege al cuerpo, ataca por error los tejidos sanos, específicamente a las articulaciones que tienen movimiento (conocidas como articulaciones diartrodiales). Este ataque provoca una inflamación persistente que causa los síntomas más reconocibles: dolor, rigidez, hinchazón y calor en las articulaciones afectadas.

A diferencia de un dolor mecánico, que ocurre con el movimiento, el dolor de la artritis es en reposo, en particular en las mañanas al despertar. La inflamación de la artritis reumatoide no se limita a las articulaciones y puede llegar a afectar otros órganos y sistemas del cuerpo, como la piel, los ojos, los pulmones y el corazón.

Diferencias entre la artritis reumatoide y la artrosis

Es muy común confundir la Artritis Reumatoide con la Artrosis, ya que ambas afectan las articulaciones. Sin embargo, son enfermedades muy diferentes:

Entender esta diferencia es fundamental, porque el tratamiento y el pronóstico son completamente distintos.

Aquí te lo explicamos punto por punto:

El origen del problema

  • Artritis reumatoide: Es una enfermedad autoinmune. Tu propio sistema inmunitario se confunde y ataca las articulaciones.
  • Artrosis: Es un desgaste crónico. El cartílago que amortigua los huesos se deteriora con el uso, la edad o por lesiones previas. La artrosis no tiene compromiso sistémico.

¿Cómo se manifiesta la rigidez?

  • Artritis reumatoide: La rigidez es intensa y prolongada, especialmente por las mañanas. Puede tardar más de media hora en disminuir.
  • Artrosis: La rigidez es breve. Aparece después del movimiento, y generalmente mejora pronto.

El patrón de las articulaciones afectadas

  • Artritis reumatoide: Suele ser simétrica, afectando las mismas articulaciones en ambos lados del cuerpo (por ejemplo, las dos muñecas o ambos pies).
  • Artrosis: Generalmente es asimétrica. Puede afectar una sola rodilla, una cadera o una mano.

Síntomas más allá del dolor

  • Artritis reumatoide: La inflamación es protagonista. Se manifiesta con hinchazón evidente, calor y dolor prolongado. Además, puede provocar fatiga general, y malestar en todo el cuerpo. Es una enfermedad sistémica.
  • Artrosis: El dolor que empeora con la actividad es el síntoma principal. Puede haber una leve hinchazón, pero no es el rasgo dominante y no es una enfermedad sistémica.

En resumen, si tu dolor se acompaña de una inflamación notable, una rigidez matutina que te paraliza y un malestar general, es fundamental considerar la posibilidad de artritis reumatoide y no simplemente “desgaste de los huesos” o creer que se trata de un “reumatismo” (término que ya no se usa).

Primeras señales: ¿cuáles son los síntomas claves de la artritis reumatoide?

La artritis reumatoide puede manifestarse de forma gradual o aparecer repentinamente. Reconocer sus señales a tiempo es fundamental para buscar ayuda especializada y frenar su avance. Los síntomas van más allá de un simple dolor y se dividen en los que afectan directamente las articulaciones y los que impactan el bienestar general.

Presta atención si experimentas varios de los siguientes síntomas:

Síntomas en las articulaciones:

  • Dolor e inflamación articular: Especialmente en las articulaciones de manos y pies (nudillos, muñecas, dedos), pero también en rodillas, hombros o codos.
  • Rigidez matutina prolongada: Si sientes que tus articulaciones están “entumecidas” por más de 30-60 minutos al despertar o después de periodos de inactividad.
  • Simetría en el dolor: Generalmente, si una articulación de la mano derecha duele, la mano izquierda también se ve afectada.

Síntomas generales (sistémicos):

  • Fatiga extrema: Un cansancio profundo que no se alivia con el descanso y que interfiere con tus actividades diarias.
  • Pérdida de apetito y de peso: De forma involuntaria, como consecuencia del malestar general que provoca la enfermedad.
  • Nódulos reumatoides: Aparición de pequeños bultos firmes debajo de la piel, comúnmente en zonas de presión como los codos.
  • Febrícula: Una fiebre baja y persistente sin una causa aparente.

Si te identificas con varios de estos síntomas y no mejoran con el paso de las semanas, es momento de consultar a un reumatólogo.

¿Por qué aparece? Causas y factores de riesgo asociados

La artritis reumatoide, como todas las enfermedades autoinmunes, es multifactorial; es decir, varios factores, y no uno solo, son los responsables de que esta enfermedad aparezca. Estos factores se dividen en dos: hereditarios y medioambientales. Dentro de los primeros están genes de susceptibilidad, que hacen que las personas sean propensas a desarrollar la artritis. Dentro de los segundos están varios virus, como por ejemplo el SARS-CoV-2 (responsable de la COVID-19), agentes químicos, la contaminación ambiental, y el cigarrillo, entre otros. En otras palabras, una persona nace con una cierta predisposición a la enfermedad, y un estímulo externo puede “activarla”.

El sistema inmune de estas personas reacciona de forma exagerada, confundiendo a las células sanas de las articulaciones con invasores y comenzando el ataque que deriva en la inflamación crónica.

Estos son los factores de riesgo más estudiados y reconocidos que aumentan la probabilidad de desarrollar artritis reumatoide:

  • Predisposición genética: Tener familiares de primer grado (padres, hermanos) con artritis reumatoide u otra enfermedad autoinmune (por ejemplo, hipotiroidismo autoinmune, esclerosis múltiple u otra) aumenta el riesgo. No es una enfermedad directamente hereditaria, pero los genes juegan un papel importante.
  • Sexo: Las mujeres tienen entre dos y tres veces más probabilidades de desarrollar la enfermedad que los hombres. Se cree que los factores hormonales podrían estar implicados.
  • Edad: Puede aparecer a cualquier edad, pero es más frecuente que comience en la mediana edad, generalmente entre los 40 y los 50 años.
  • Tabaquismo: Fumar es uno de los factores de riesgo modificables más significativos. No solo aumenta drásticamente la probabilidad de desarrollar la enfermedad, sino que también se asocia con síntomas más severos.
  • Obesidad: El sobrepeso y la obesidad también se han identificado como factores que incrementan el riesgo de padecer artritis reumatoide.
  • Infecciones previas: Se investiga la hipótesis de que ciertas infecciones por virus o bacterias podrían actuar como detonantes de la respuesta autoinmune en personas genéticamente susceptibles.

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¿Cómo se diagnostica la artritis reumatoide? Un paso clave para tu bienestar

Llegar a un diagnóstico preciso de artritis reumatoide es un proceso cuidadoso que no se basa en una única prueba, sino en la suma de varios hallazgos clínicos. Un diagnóstico temprano y certero, realizado por un médico especialista en reumatología, que luego del diagnóstico iniciará un tratamiento efectivo que controle la enfermedad y prevenga el daño a largo plazo.

Evaluación clínica y diálogo con el especialista:

Todo comienza con una conversación detallada, que se conoce como anamnesis. El reumatólogo te preguntará sobre tus síntomas, su duración, qué los mejora o empeora, y si tienes antecedentes familiares de enfermedades autoinmunes. Realizará también un examen físico completo, revisando tus articulaciones en busca de signos claros de inflamación, como hinchazón, dolor a la palpación y limitación del movimiento.

Análisis de sangre (pruebas de laboratorio):

Para confirmar la sospecha clínica, se solicitan análisis de sangre específicos que buscan marcadores de inflamación y autoinmunidad. Los más importantes son:

  • Factor Reumatoide (FR): Un anticuerpo presente en un alto porcentaje de pacientes con la enfermedad.
  • Anticuerpos anti-CCP (antipéptido cíclico citrulinado): Es una prueba más específica que el FR y muy útil para un diagnóstico temprano.
  • Velocidad de sedimentación globular (VSG) y Proteína C reactiva (PCR): Son indicadores generales de inflamación en el cuerpo.

Pruebas de imagen diagnóstica:

Para evaluar el estado de las articulaciones y descartar otras causas del dolor, el especialista puede solicitar:

  • Radiografías (Rayos X): Ayudan a ver si existe erosión ósea o daño en el cartílago, aunque en las etapas iniciales pueden no mostrar alteraciones.
  • Ecografía articular: Es una herramienta muy valiosa para detectar la inflamación del tejido sinovial (sinovitis) de forma temprana y precisa.
  • Resonancia Magnética Nuclear (RMN): Ofrece una visión mucho más detallada de los tejidos blandos, el cartílago y el hueso, permitiendo identificar daños que no son visibles en las radiografías.

La combinación de estos resultados permite al reumatólogo confirmar el diagnóstico de artritis reumatoide y diseñar un plan de tratamiento totalmente personalizado para ti.

Opciones de tratamiento: ¿qué se puede hacer para controlar la enfermedad?

La buena noticia es que, aunque la artritis reumatoide no tiene una cura definitiva, los avances en su tratamiento han transformado por completo su pronóstico. Hoy, el objetivo del tratamiento no es solo aliviar el dolor, sino lograr la remisión de la enfermedad, es decir, un estado en el que la inflamación desaparece o es mínima, frenando por completo el daño articular y permitiéndote llevar una vida normal y activa.

El tratamiento es un plan integral y personalizado que combina diferentes estrategias, siempre bajo la supervisión de un reumatólogo.

Medicamentos (la base del control):

El pilar del tratamiento son los Fármacos Antirreumáticos Modificadores de la Enfermedad (FARME). Su función es clave: no solo calman los síntomas, sino que actúan sobre el sistema inmune para detener el ataque a las articulaciones. Se dividen en:

  • FARME convencionales: Como por ejemplo el metotrexate, que suele ser la primera opción por su alta eficacia.
  • FARME biológicos: Son terapias más avanzadas que bloquean moléculas específicas del proceso inflamatorio. Se utilizan cuando los FARME convencionales no son suficientes.
  • Antiinflamatorios y corticoides: Se usan principalmente al inicio del tratamiento o durante los brotes para controlar el dolor y la inflamación de forma rápida, pero siempre como un apoyo temporal a los FARME.

Terapia física y ocupacional:

Son un complemento indispensable del tratamiento farmacológico. Un fisioterapeuta te ayudará a diseñar un programa de ejercicios para mantener la flexibilidad y fortalecer los músculos que rodean las articulaciones. Por su parte, un terapeuta ocupacional te enseñará técnicas y adaptaciones para realizar tus actividades diarias protegiendo tus articulaciones y ahorrando energía.

Cambios en el estilo de vida:

Pequeños ajustes en tu rutina pueden marcar una gran diferencia:

  • Alimentación antiinflamatoria: Una dieta rica en frutas, verduras, pescado y grasas saludables puede ayudar a reducir la inflamación general del cuerpo.
  • Ejercicio regular de bajo impacto: Actividades como nadar, caminar o el yoga son ideales para mantener la movilidad sin sobrecargar las articulaciones.
  • Descanso adecuado: Respetar las horas de sueño y manejar el estrés es fundamental, ya que ambos pueden desencadenar brotes de la enfermedad.

En casos muy avanzados, donde el daño articular es severo, la cirugía (como el reemplazo articular) puede ser una opción para restaurar la función y aliviar el dolor de forma definitiva.

Preguntas frecuentes sobre la artritis reumatoide

Aquí resolvemos de forma rápida y clara algunas de las inquietudes más comunes que rodean a esta condición.

¿La artritis reumatoide tiene cura?

No existe una cura definitiva para la artritis reumatoide, pero es fundamental entender que sí se puede controlar de manera muy efectiva. Con el tratamiento adecuado, es posible alcanzar la remisión, un estado en el que la inflamación y los síntomas desaparecen casi por completo, permitiendo al paciente llevar una vida normal y activa, y deteniendo el daño en las articulaciones.

¿Qué alimentos debo incluir o evitar en mi dieta?

Una alimentación antiinflamatoria es un excelente complemento al tratamiento médico.

  • Prioriza: Alimentos ricos en Omega-3 (pescado azul, nueces, chía), frutas y verduras (especialmente las de hoja verde y los frutos rojos), y aceite de oliva extra virgen.
  • Modera o evita: Alimentos procesados, azúcares refinados y grasas saturadas, ya que pueden contribuir a la inflamación general del cuerpo.

¿Puedo hacer ejercicio si tengo artritis reumatoide?

¡Sí, y es muy recomendable! El ejercicio ayuda a mantener la flexibilidad, fortalecer los músculos que protegen las articulaciones y mejorar el estado de ánimo. La clave es elegir actividades de bajo impacto. La natación, el yoga y las caminatas son opciones excelentes. Es importante que consultes con tu reumatólogo o un fisioterapeuta para diseñar un plan de ejercicio seguro y adaptado a tu condición.

¿La Artritis Reumatoide solo afecta las articulaciones o puede dañar otras partes del cuerpo?

A diferencia de la artrosis, que es un problema de “desgaste” localizado en ciertas articulaciones, la artritis reumatoide es una enfermedad sistémica. Esto significa que la inflamación crónica que comienza en las articulaciones puede extenderse y manifestarse en otras partes del cuerpo.

Algunos de los órganos que pueden verse afectados son:

  • Piel: Pueden aparecer pequeños bultos bajo la piel, conocidos como nódulos reumatoides, generalmente en zonas de presión como los codos.
  • Pulmones: La inflamación puede afectar los pulmones y el tejido que los recubre, causando dolor, dificultad para respirar o tos seca persistente.
  • Ojos: La artritis reumatoide puede acompañarse de otra enfermedad autoinmune conocida como la Enfermedad de Sjögren (se pronuncia “chogren”) que provoca sequedad ocular y oral. Así mismo y en casos más raros, puede existir inflamación en la parte blanca del ojo (escleritis), que causa enrojecimiento y dolor.
  • Corazón y vasos sanguíneos: La inflamación crónica aumenta el riesgo de problemas cardiovasculares. Puede inflamar la membrana que rodea el corazón (pericarditis) o los propios vasos sanguíneos (vasculitis).
  • Nervios: Puede causar compresión de los nervios, como el síndrome del túnel carpiano, debido a la inflamación en la muñeca.

Si un familiar cercano (como mi madre o padre) tiene Artritis Reumatoide, ¿significa que yo también la tendré?

Sí, tienes un riesgo mayor que el de la población general. Vamos a explicarlo en detalle:

La Artritis Reumatoide tiene un componente genético: 

Efectivamente, la genética juega un papel importante. Existen ciertos marcadores genéticos que pueden predisponer a una persona a desarrollar la enfermedad. Si tienes un familiar de primer grado (padre, madre, hermano/a) con artritis reumatoide u otra enfermedad autoinmune, tu probabilidad de desarrollarla es mucho mayor que la de alguien sin antecedentes familiares.

Tener los genes no significa tener la enfermedad: 

Aquí está la clave. La genética es solo una parte de la ecuación. Para que la artritis reumatoide se “active”, generalmente se necesita la combinación de esa predisposición genética con otros factores desencadenantes. Estos pueden incluir:

  • Factores ambientales: El tabaquismo es el factor de riesgo externo más conocido y potente.
  • Infecciones: Algunas infecciones virales o bacterianas podrían actuar como un “gatillo”.
  • Factores hormonales: La enfermedad es más común en mujeres, lo que sugiere una influencia hormonal.

¿Qué debo hacer si tengo antecedentes familiares?

La clave es la vigilancia y la acción rápida: Tu principal herramienta es estar informado. Conoce bien los síntomas tempranos de la enfermedad que mencionamos antes:

  • Dolor e inflamación persistente en articulaciones pequeñas (manos, muñecas, pies).
  • Rigidez matutina que dura más de 30 minutos.
  • Fatiga inusual y persistente.
  • Consulta inmediatamente si aparecen los síntomas: Si empiezas a experimentar cualquiera de estas señales, no lo dudes. Acude a un reumatólogo. Menciona tus antecedentes familiares, ya que esto le dará al especialista un contexto crucial. En tu caso, un diagnóstico temprano es aún más importante para poder iniciar un tratamiento rápido y eficaz que frene la enfermedad desde el principio.

¿Por qué debo consultar a un reumatólogo y no solo a un médico general?

Un reumatólogo es el médico subespecializado en el diagnóstico y manejo de enfermedades del sistema musculoesquelético y autoinmunes como la artritis reumatoide. Su conocimiento profundo es indispensable para:

  • Diferenciarla de los más de 100 tipos de artritis que existen.
  • Interpretar correctamente las pruebas de laboratorio específicas.
  • Prescribir y ajustar los tratamientos avanzados (como los FARME y biológicos) que frenan la enfermedad.
  • Crear un plan de seguimiento a largo plazo para prevenir complicaciones.

Tu bienestar articular y autoinmune es nuestra prioridad

El mensaje más importante es que no estás solo en este proceso y que actuar a tiempo es la decisión más poderosa que puedes tomar para proteger tus articulaciones y tu salud general. Ignorar el dolor o la inflamación solo le da ventaja a la enfermedad.

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